
El día 28 de este mes tuve la suerte de poder asistir a la caminata de los Andes. Caminata en la que había de reunirse a las 5.30 de la madrugada para alcanzar el bus (que no esperaba "a nadie más después de las 5.45", claro que menos mal que pusieron esa hora como límite, hubiesen sido más las personas a despertar por teléfono)... después de casi hora y media en bus llegamos a Chacabuco, comenzando a caminar cerca de las 8.
27 kilómetros que hasta hoy siento en mis piernas y en todo el cuerpo;
Caminé.
¿Por qué? muchas personas me lo peguntaron y a todas les respondí algo distinto, pero todo ligado a algo similar: Para que el año que viene sea mucho mejor que éste, que realmente ha sido tormentoso en muchas facetas; para rendir una buena psu; por la fe que me falta por montones y no debiera ser; por mi familia y amigos; por el AMOR, aquel disfrazado de envidia y egoísmo, por ese que no aparece en los momentos recurrentes, por aquel que no es correspondido y sin más se escapa; por aquel que tal vez es dirigido a un ser distinto.
En el manual del caminante salia un poema verdaderamente hermoso, de mi gusto de mucho tiempo atrás...:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Atte Romy