Siempre temí estar loca. Me agarraba la cabeza cuando una idea no tenía patas ni huellas que demostraran su presencia o posible presencia en la realidad. No quería sentir que despegarme de la realidad me produciría un vacío que cuando al despertar viera que todo lo que construido tenía, era un loquita invención que mi imaginación había elevado, abstraído y en cierta manera, engañado a lo que todos conocen y dándole lugar dentro de las paredes de mi cabezota. Eso significaría humo, desilusión, covardía.
Nada debía escaparse de un por qué, nada debía estar lejos de una explicación, nada podía ser victima de miedo…nada, quizás, era lo que quería percibir.
¿Locura? ¿Insensatez desmedida? ¿Imposibilidad de responder en momentos oportunos? ¿Imposibilidad para comportarse dentro de un contexto adecuado? ¿Cuando nadie entiende tu mundo, perfecto para ti? ¿Cuando ya no conoces tu propio manual? ¿Cuando un incendio arde en tu corazón, sin deseos de ser apagado…?
Quiero bailar sin música alguna, correr sin dirección, amar locamente…entregando alma, corazón…sin este maldito miedo a morir en el intento.
Quiero abrazar con todas mis ganas esta meta que hoy me conquista con su mínima sonrisa. No olvidar que siempre estará y que ningún dolor debe alejarme de este objetivo que soy yo misma.
Que mi locura me deje aprovechar mi cuerpo con cada movimiento, pues sé que la vejez no perdona, pues sé que jamás será más vital que hoy…cuando los moretones se van rápido, cuando puedo soportar el frío, cuando la lluvia no me amenaza, cuando no hay otro ser dentro de mi, cuando la vida sólo comienza y lo olvido, cuando no sé nada de vivir. Y vivir me asusta, espanta mi locura, exige cable a tierra y sólo quiero yo mi locura. Puedo exigirla. Tengo elección y la libertad.
Que mi locura no se vaya con los años. Si llega, que se quede y me de oportunidad de tomar tus manos con ardor y devoción. Amarte con locura si llegas… y que para ti…sea locura.
Atte Romi