lunes, enero 28, 2008

Intoxicación

No me quietes la ilusión
Déjame que sueñe todavía
Que me quieres, que me extrañas
Y que me recuerdas cada día
Que me llamas por las noches
Y que en sueños soy tu compañía
Que me olvidas y es mentira
Que este amor no muere todavía




Es una cosa rara estar intoxicada, te toma el todo cuerpo: tus brazos, tus piernas y toda partícula movible de él. ¿Y tu cabeza? En ella… ¿qué es verdad? ¿Qué es fantasía? Abres lo ojos y ellos desean la oscuridad, sólo dormir; si algo ocurre no importa, nada recuerdas….estás intoxicado, con alcohol, con pastillas; hay herramientas, hay un elemento externo que ayuda a ese estado de media inconciencia.

Las ideas se expanden, se suman palabras a la hilación, el mundo mismo se hace simple, un sentir se hace perpetuo y de devoción. Intoxicación… es un dialogo interno, nace un poeta capaz de describir la caída de una almohada al suelo, las mil formas de la mancha en el techo, el doblez de la sabana el en lugar donde se apoya una mano, una inconciente mano. Estás intoxicado.

¿Pero qué cuando ese elemento externo no está? Cuando eres tú y tu cabeza intoxicándote, envenenándote sin que te des cuenta. Sabes muy dentro de ti que algo anda mal, que es mal camino…medio extraño…pero tú mismo, tu mejor alarma no es escuchado…y pides que lo que tiene pinta de ser fantasía tenga una gota de verdad, de edificio maravilloso. Te intoxicas, porque sabe bien, pero sabe a tremenda ingenuidad.

Nunca olvidaré esa frase que bailó ante mis ojos por semanas y jamás le tomé atención. Me arrepentí hasta la médula, nunca lo reflexioné: “El hambre te hace comer cosas que no debes”. Creí y creí y continué creyendo en ese sueño de vida barato, baratija…ese sueño que no valía nada, pero sabía magia, esa maldita magia que buscamos todos.

Pensaba que podía haber un hermoso mundo de fantasía en la realidad, en el que las palabras valen y son reflejo de un corazón…nos caímos fuerte. ¿Cierto?

Tenía miedo de escribirlo, de recordarlo…pero ahora que lo hago puede que sea parte del proceso de olvidar que existen personas dañinas y pueda volver a confiar en las personas, dejar de pensar que buscan hacer mal, dejar de pensar que llevan un radar de puntos débiles.

La Carol tiene razón: hay que caerse, aprender, aprehender, confiar en el tiempo, confiar en una verdad ya la vez en una mentira.



Atte Romy

1 comentario:

Fen Pewma dijo...

claro que es parte del olvidar el recordar, para saber lo que se vivió y qué estuvo mal, así como también saber que todo sigue y que la vida sigue y que hay más personas que sí valen la pena. Una de las interpretaciones que le doy yo a mi poema tiene que ver con eso, con botar con expulsar al muerto que estaba pudriéndome y no dejandome amar bien a mi actual niña, una herida todavía abierta y medio engangrenada que tuve que purgar con fuego para que desapareciera. ojalá hayas podido apreciar eso y bueno otras cosas de las que yo sé que pueden existir y que dependen de los lectores.

Saluditos, besos y abrazos.
Nos vemos.