lunes, octubre 30, 2006

¿Por qué caminar?...


El día 28 de este mes tuve la suerte de poder asistir a la caminata de los Andes. Caminata en la que había de reunirse a las 5.30 de la madrugada para alcanzar el bus (que no esperaba "a nadie más después de las 5.45", claro que menos mal que pusieron esa hora como límite, hubiesen sido más las personas a despertar por teléfono)... después de casi hora y media en bus llegamos a Chacabuco, comenzando a caminar cerca de las 8.

27 kilómetros que hasta hoy siento en mis piernas y en todo el cuerpo; 27 km que me permitieron conocer más a las personas que saludo constantemente sin saber quiénes son;27 km en los que me sentí más acompañada y más sola que nunca;27 km que dan la seguridad de que sí puedes lograr lo que te propongas; kilómetros en lo que comí mucha, mucha tierra (...sí iba con la boca cerrada...); en los que por no protegerme la piel con bloqueador, hoy me arden lo hombros, la cara (aunque me está gustando como luce de esta forma); kilómetros en los que pude observar mejor a esa persona que me llama bastante la atención y no sé si él lo sabe, pero de alguna manera lo sentí especial; kilómetros en los que en un momento lloré, lloré desconsoladamente alejándome del grupo y apoyándome en un árbol tratando de contener esas lágrimas, no porque no quisiera que salieran si no porque no tenían razón alguna por la cual venir a mí en ese momento...pero aún así lloré y creo que hacia falta; camino que me hizo también plantear una inquietud que sólo ahora la considero seria. Aclaré algunas ideas y otras quedaron a medias.
Caminé.

¿Por qué? muchas personas me lo peguntaron y a todas les respondí algo distinto, pero todo ligado a algo similar: Para que el año que viene sea mucho mejor que éste, que realmente ha sido tormentoso en muchas facetas; para rendir una buena psu; por la fe que me falta por montones y no debiera ser; por mi familia y amigos; por el AMOR, aquel disfrazado de envidia y egoísmo, por ese que no aparece en los momentos recurrentes, por aquel que no es correspondido y sin más se escapa; por aquel que tal vez es dirigido a un ser distinto.

En el manual del caminante salia un poema verdaderamente hermoso, de mi gusto de mucho tiempo atrás...:

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


Atte Romy

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